El partido fue brevemente interrumpido cuando Raducanu alertó a la jueza de silla sobre la presencia del aficionado, quien mostraba una actitud "obsesiva". Los organizadores del torneo intervinieron de inmediato, y posteriormente la WTA confirmó que el mismo hombre había intentado acercarse a Raducanu en un lugar público a principios de la semana. Como resultado, se le prohibió asistir a cualquier evento de la WTA hasta que se realice una evaluación más detallada.
Swiatek, actual número 2 del mundo, respaldó la decisión de la WTA y subrayó la importancia de la seguridad de las jugadoras. Aunque reconoció que es difícil prevenir por completo estas situaciones, se mostró satisfecha con las medidas adoptadas. "Sé que la WTA prohibió a esta persona ingresar a cualquier torneo, así que creo que la reacción fue bastante firme", declaró.
La cinco veces campeona de Grand Slam también compartió su propia experiencia, recordando un incidente similar que vivió en un evento en Polonia. Recalcó la importancia de que las jugadoras permanezcan alerta y denuncien cualquier amenaza lo antes posible.
El problema del acoso a las tenistas no se limita a encuentros en persona. La joven estrella rusa Mirra Andreeva denunció los abusos que recibe en línea, explicando que con frecuencia recibe mensajes de odio tras sus derrotas. A sus 17 años, recordó una amenaza inquietante que recibió cuando tenía solo 14, donde alguien le advertía que "mirara a su alrededor", insinuando un posible ataque. A pesar de la presencia de seguridad en los torneos, el acoso en línea sigue siendo un problema grave y difícil de erradicar.
Los casos de persecución contra tenistas femeninas no son nuevos. Grandes figuras como Serena Williams, Jennifer Capriati y Martina Hingis han enfrentado acosadores. El episodio más estremecedor en la historia del tenis ocurrió en 1993, cuando Monica Seles fue apuñalada en la cancha por un fanático.
Más recientemente, la bicampeona de Wimbledon Petra Kvitova sufrió un violento ataque en su propia casa en 2016. Ante estas amenazas persistentes, Swiatek y otras jugadoras enfatizan la necesidad de tener mayor precaución, especialmente en espacios públicos y en redes sociales, donde los fanáticos obsesivos pueden rastrear sus movimientos.
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