En un enfrentamiento nostálgico en Roland-Garros, Andy Murray y Stan Wawrinka revivieron su larga rivalidad, con Wawrinka saliendo victorioso en tres sets. A pesar de sus carreras en declive, su historia en este escenario hizo que este encuentro fuera particularmente conmovedor, considerando sus enfrentamientos anteriores en París, incluyendo memorables semifinales en 2016 y 2017, y un encuentro en la primera ronda en 2020.
Mientras Murray, a sus 37 años, hacía apenas su segunda aparición en siete años en Roland-Garros, Wawrinka, a sus 39 años, demostró resiliencia para avanzar a la segunda ronda.
La dominación de Wawrinka fue evidente durante todo el partido, con un buen comienzo que le permitió asegurar un quiebre temprano y mantener el control tanto en sus servicios como en los intercambios desde el fondo de la cancha. Mientras Murray luchaba físicamente, especialmente en el tercer set, Wawrinka aprovechó la oportunidad para asegurar una ventaja cómoda.
A pesar de la batalla en la cancha, el partido terminó con un momento conmovedor de respeto mutuo, mientras los dos campeones se abrazaban en la red, reconociendo los aplausos del público.
Para Wawrinka, la victoria tiene un significado significativo, especialmente considerando sus recientes dificultades en el circuito. Con esta victoria, avanza para enfrentarse a Cameron Norrie o Pavel Kotov en la próxima ronda.
Reflexionando sobre su carrera y sobre el partido, Wawrinka expresó gratitud por la oportunidad de competir en el más alto nivel incluso a los 39 años, enfatizando el vínculo emocional y el apoyo de los fanáticos que alimentan su determinación para seguir jugando. Mientras Murray contempla su futuro en el deporte, posiblemente insinuando la retirada, la pasión duradera de Wawrinka sirve como testimonio del atractivo atemporal y la alegría del tenis.
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