Sophie Wells, una de las jinetes paralímpicas más decoradas de Gran Bretaña, reflexionó sobre cómo ha evolucionado su perspectiva sobre la victoria a lo largo de los años. A los 34 años, admite que la euforia de conseguir una medalla de oro es efímera, durando solo unos momentos antes de que la vida vuelva a la normalidad. Wells, quien ha ganado cuatro medallas de oro y cuatro de plata en los Paralímpicos de Londres, Río y Tokio, añadió esta semana una medalla de bronce a su colección y sigue centrada en las próximas competiciones por equipos y de freestyle en París.
Wells, que padece síndrome de bandas amnióticas, limitando el movimiento en sus pies y dedos, posee un total de 39 medallas de campeonato. A medida que se prepara para sus próximos eventos, reconoce cómo el tiempo ha cambiado su enfoque hacia la competición. "Ahora soy más emocional", dice, expresando su gratitud por cualquier medalla, sin importar su color. Recuerda haber sido más ingenua y centrada cuando ganó el oro en 2012, pero ahora entiende que la alegría de ganar se desvanece rápidamente, y que identificarse demasiado con ser medallista de oro puede llevar a la decepción.
A pesar de sus alergias a los caballos, Wells ha logrado un éxito notable en los deportes ecuestres. Criada en una granja, inicialmente montó ponis Shetland antes de darse cuenta de sus graves reacciones alérgicas. Aunque sus alergias persisten, sigue compitiendo al más alto nivel, incluso contra jinetes sin discapacidades en competiciones de Gran Premio. Aunque sueña con convertirse algún día en olímpica, reconoce que sin el caballo adecuado, ese objetivo sigue siendo esquivo.
Wells lleva consigo algunos amuletos personales que la han acompañado a lo largo de su carrera. Uno de ellos es un collar con corazones, que simboliza su vínculo con su perro fallecido, Tia. Otro es una jirafa de juguete llamada Daphne, que le regaló su entrenadora en 2009 y que ha estado presente en todas sus actuaciones premiadas. Wells admite con humor que preguntar a su entrenadora si Daphne está con ella antes de cada competición se ha convertido en un ritual previo a la competencia que "la vuelve loca".
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