La carrera de bicicletas Paris-Roubaix, conocida popularmente como el "Infierno del Norte", enfrenta escrutinio debido a las nuevas medidas de seguridad, mientras que el campeón defensor, Mathieu van der Poel, expresa escepticismo. La carrera, que atraviesa kilómetros de barro y adoquines, es reconocida como una de las pruebas de un día más difíciles del ciclismo, con una historia marcada por incidentes como la muerte del ciclista belga Michael Goolaerts en 2018.
A pesar de las mejoras en seguridad, como un cambio de sentido para reducir la velocidad de los ciclistas antes de una sección peligrosa, las preocupaciones siguen siendo altas, especialmente después de que varios astros del ciclismo, incluido el campeón del Tour de Francia, Jonas Vingegaard, fueran hospitalizados tras accidentes en el Tour del País Vasco. A medida que avanzan los preparativos para la carrera, la atención se centra en garantizar la seguridad de los ciclistas en las condiciones desafiantes del recorrido.
Paris-Roubaix, aclamada como la "Reina de las clásicas", exige ciclistas resistentes para enfrentar sus secciones de adoquines, famosas por los pinchazos y las caídas. Los ganadores de la carrera reciben trofeos simbólicos, que incluyen losas rústicas y una placa en el icónico velódromo de Roubaix. Además, la tradición dicta que los vencedores sean obsequiados con delicias locales como papas fritas y cerveza fría, lo que añade al atractivo del evento.
El recorrido de la carrera presenta 29 secciones de adoquines, algunas clasificadas como desafíos de cinco estrellas debido a su naturaleza traicionera. Las preocupaciones de seguridad persisten, destacadas por accidentes recientes y debates en curso dentro de la comunidad ciclista sobre los peligros del recorrido. Además, los esfuerzos por preservar el legado de la carrera se extienden a desalentar a los espectadores de llevarse a casa adoquines como recuerdos, enfatizando su importancia para el patrimonio cultural de la región.
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