Ben Neumann, ahora con 19 años, perdió la vista a los ocho años, pero esto no lo ha detenido de encontrar su conexión con el océano a través del surf. A pesar de ser ciego, Neumann se enfrenta a las olas con un nivel de destreza que sorprende a muchos. Acostado sobre su tabla de surf, equipado con un traje de neopreno y auriculares, sigue las instrucciones de su padre, quien le indica cuándo remar y atrapar la ola.
El surf se ha convertido en algo más que un deporte para él; es un poderoso recordatorio de que nada es imposible con la mentalidad adecuada. Diagnosticado con un defecto genético en la retina a los seis años, los padres de Neumann decidieron no tratar su ceguera como una limitación, sino como una oportunidad para llevar una vida normal. Se involucraron en el mundo de los atletas ciegos, alentándolo a esquiar y, eventualmente, a surfear.
A los 13 años, Neumann expresó su deseo de surfear, lo que llevó a sus padres a encontrar un programa de entrenamiento a tres horas de su casa cerca de Múnich. Lo que comenzó como clases se transformó rápidamente en un estilo de vida para él. Guiado por su padre a través de auriculares inalámbricos, Neumann desarrolló una conexión íntima con las olas, confiando en sus sentidos agudizados para navegar en el océano.
Su oído se convirtió en sus ojos, permitiéndole percibir la fuerza y la dirección de las olas. La confianza de Neumann en su tabla de surf y en sus instintos le trajo éxito, y en 2021 fue invitado a unirse al equipo paralímpico alemán de surf. Sin experiencia previa en surfear en el océano, se entrenó en Lanzarote y ganó la medalla de bronce en el Campeonato Mundial en California.
Los logros de Neumann subrayan su determinación, pero el surf aún no ha sido incluido en los Juegos Paralímpicos, ni siquiera para los próximos Juegos de Los Ángeles 2028. Sin embargo, sigue persiguiendo su pasión, compitiendo en campeonatos mundiales mientras aboga por la inclusión del surf en los Juegos Paralímpicos. Para Neumann, el surf ha sido una forma de desafiar los límites y fortalecer el vínculo con su padre, quien ha sido fundamental en su trayectoria.
La historia de Jesse Dufton es otro ejemplo de un atleta que se niega a ser limitado por sus restricciones físicas. Diagnosticado con retinitis pigmentosa, una rara condición genética que lo dejó con solo un 20% de visión central y sin visión periférica, Dufton recurrió al alpinismo. Para Dufton, escalar acantilados y cascadas congeladas es menos aterrador que cruzar una calle concurrida, a pesar de ser ciego.
Su perseverancia en el deporte lo ha llevado a completar escaladas difíciles en todo el mundo, guiado por su pareja Molly Thompson. Su trabajo en equipo y confianza, facilitados por la comunicación inalámbrica, permitieron a Dufton superar no solo los desafíos físicos de la escalada, sino también las barreras mentales.
En 2019, un documental titulado "Blind Climb" relató la ascensión de Dufton a una roca de 137 metros de altura frente a la costa norte de Escocia. Su historia, al igual que la de Neumann, rompe la noción de imposibilidad, demostrando que la discapacidad no es un obstáculo para el logro.
Desde entonces, Dufton ha continuado conquistando más picos, desde las montañas del Atlas en Marruecos hasta los acantilados en Groenlandia y España, siempre desafiando los límites de lo que otros podrían considerar inalcanzable. Su creencia de que el verdadero desafío reside en superar las dudas internas resuena con cualquier persona que enfrente adversidades.
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