Tras terminar una carrera matutina de ocho kilómetros y prepararse para visitar a su familia después de anunciar su retiro, Zillekens recibió una llamada inesperada informándole que ahora estaba en la final del pentatlón moderno. Como sustituta de última hora de la campeona olímpica británica enferma, Zillekens se apresuró a conducir al Palacio de Versalles, llegando solo 20 minutos antes del inicio de la competición.
Al llegar, la jinete de 34 años montó rápidamente un caballo y se enfrentó al recorrido de saltos frente a una animada multitud de aproximadamente 15,000 espectadores. A pesar de la falta de preparación, Zillekens logró una ronda limpia, marcando un logro significativo dado que no se había clasificado para la final a través del proceso habitual. Esta actuación también representó una forma de redención personal tras un incidente controvertido en Tokio, tres años antes.
En Tokio, Zillekens enfrentó una crisis durante la ronda ecuestre cuando su caballo se negó a saltar, lo que llevó a una altercación con el entrenador alemán y provocó una reevaluación del deporte. Como resultado, el salto de obstáculos fue reemplazado por recorridos de obstáculos en futuras competiciones. Al reflexionar sobre su actuación en París, Zillekens se mostró satisfecha con su ronda limpia, describiéndola como un final satisfactorio para su carrera.
Zillekens encontró el resto de la competición desafiante, especialmente las pruebas adicionales de esgrima, natación y carrera con tiro láser. Admitió que sus preparativos de última hora dejaron mucho que desear, convirtiendo las etapas finales del pentatlón moderno en una dura batalla contra competidores que habían estado entrenando rigurosamente.
ADD A COMMENT :