Real Madrid y Barcelona están a punto de enfrentarse en la final de la Supercopa Española en Riad, Arabia Saudita, generando inquietudes sobre la prioridad dada al dinero en lugar de a los valores en el fútbol español. El contrato de la Real Federación Española de Fútbol con Arabia Saudita hasta 2029 garantiza la celebración anual de la Supercopa en Riad, generando ingresos significativos, con informes que sugieren alrededor de 35 a 40 millones de dólares al año, la mitad de los cuales se distribuye a los equipos participantes.
El ambiente en el torneo se ha visto empañado por actos de falta de respeto, como abucheos de espectadores sauditas a la memoria de Franz Beckenbauer y ataques a Toni Kroos durante la semifinal entre Real Madrid y Atletico Madrid.
En medio de las ganancias financieras, grupos de derechos humanos han criticado el silencio de los clubes y jugadores con respecto a las violaciones de derechos humanos en Arabia Saudita. Amnistía Internacional ha llamado la atención sobre estos problemas, instando a los clubes y jugadores a hablar, pero sus llamados han quedado sin respuesta.
La organización propuso gestos como el uso de cintas de la diversidad y abordar preocupaciones sobre derechos humanos durante las conferencias de prensa, acciones similares a las tomadas por figuras en otros deportes. A pesar de la oportunidad de generar conciencia, no se recibió respuesta alguna de jugadores o clubes, destacando una oportunidad perdida para aprovechar el torneo y abordar preocupaciones sobre derechos humanos.
España también enfrentó críticas por el intento de Arabia Saudita de crear un sentido de familiaridad antes de la semifinal entre Barcelona y Osasuna. La atmósfera previa al partido incluyó artistas callejeros como bailarines de flamenco y extras vestidos como toreros, considerados "extraños" y fuera de sintonía con las regiones representadas por los equipos participantes.
El uso del flamenco, un elemento cultural asociado a Andalucía en el sur de España, resaltó la desconexión con Cataluña y Navarra, las regiones representadas por Barcelona y Osasuna, respectivamente. Esta discrepancia subrayó aún más las decisiones cuestionables tomadas en la búsqueda de complacer al país anfitrión del torneo.
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