Emma Raducanu vivió un momento angustiante en el torneo de tenis de Dubái, donde se escondió detrás de la silla del árbitro después de notar a un hombre que mostraba un "comportamiento obsesivo". Esta situación llevó a la detención del hombre por parte de la policía y a la emisión de una orden de restricción en su contra.
La ex campeona de Wimbledon, Marion Bartoli, describió la situación como extremadamente estresante, destacando lo perturbador que es para las atletas lidiar con individuos que desarrollan una obsesión peligrosa hacia ellas. Este incidente sirve como un recordatorio de los mayores riesgos que enfrentan las mujeres en el deporte.
El problema del acoso es particularmente preocupante para las atletas, ya que datos de la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido muestran que una de cada cinco mujeres experimenta este tipo de comportamiento a lo largo de su vida. Raducanu ya había enfrentado amenazas similares antes, incluido un caso en 2022, cuando un hombre viajó 23 millas hasta su casa, lo que resultó en una orden de restricción de cinco años en su contra.
Otras jugadoras, como Katie Boulter, Danielle Collins y Sloane Stephens, también han reportado experiencias de acoso. Este patrón preocupante va más allá del tenis, como se vio con la jugadora de baloncesto estadounidense Caitlin Clark, quien recientemente fue blanco de un acosador, y atletas como la velocista Gabby Thomas y la jugadora de rugby Ilona Maher, quienes han compartido abiertamente sus preocupaciones sobre seguridad.
Marion Bartoli recordó una experiencia personal aterradora durante la temporada de césped británico en 2007, cuando un hombre la siguió en varios eventos e incluso se infiltró en Wimbledon haciéndose pasar por un miembro del personal de mantenimiento. Ella lo reconoció durante su partido contra Flavia Pennetta y alertó de inmediato a los oficiales.
El hecho de que alguien pueda acceder a tal proximidad subraya las fallas en los protocolos de seguridad en los grandes eventos deportivos y los peligros persistentes que enfrentan las atletas, incluso en los niveles más altos de competencia.
Stephanie Hilborne, directora ejecutiva de la organización "Women in Sport", enfatizó que el miedo es una realidad constante para las mujeres, especialmente aquellas en el ojo público. Señaló que las atletas corren un riesgo aún mayor debido a la visibilidad de sus cuerpos en el deporte, lo que puede convertirlas en objetivos de atención inapropiada y acoso. Aunque existen medidas de seguridad, incidentes como el de Raducanu muestran que se necesita hacer más para garantizar la seguridad y el bienestar de las mujeres en el deporte.
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