El caso de dopaje de Jannik Sinner ha generado un intenso debate en el mundo del tenis después de que la WADA le impusiera una sanción de tres meses. El italiano dio positivo por clostebol, una sustancia prohibida, en marzo de 2024, pero un panel independiente determinó que no hubo intención de dopaje.
Inicialmente, la WADA solicitó una suspensión de dos años tras presentar una apelación, pero se llegó a un acuerdo en el que se reconoció que Sinner fue contaminado de manera involuntaria y que no intentó hacer trampa. El tenista explicó que la contaminación ocurrió cuando su fisioterapeuta utilizó un spray de venta libre que contenía clostebol para tratar un corte en su mano.
La decisión ha dividido opiniones en el deporte, con algunos cuestionando la justicia del proceso y el momento de la sanción, mientras que otros critican la falta de coherencia en la gestión de casos similares. Figuras como Stan Wawrinka y Novak Djokovic han expresado sus dudas sobre la integridad del tenis y la manera en que se manejó el caso.
El asesor legal de la WADA, Ross Wenzel, defendió la decisión, asegurando que este caso estaba "a años luz de un dopaje intencional" y que las pruebas científicas demostraron que no hubo intención de hacer trampa. También rechazó las acusaciones de trato preferencial hacia jugadores de alto perfil, argumentando que la sanción fue justa dentro del contexto del caso.
La suspensión, que comenzó el 9 de febrero y finalizará el 4 de mayo, permitirá a Sinner regresar a tiempo para Roland Garros. A pesar de las reacciones divididas, Wenzel destacó que las críticas de ambos lados—tanto de quienes creen que la sanción es demasiado dura como de quienes la consideran insuficiente—sugieren que la decisión fue equilibrada. La WADA insiste en que sus decisiones se basan en criterios técnicos y operativos, y no en la opinión pública ni en presiones externas.
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