Hace ocho años, Estados Unidos fue sede de la Copa América, una elección inusual dado que el torneo tradicionalmente involucra a naciones sudamericanas. Este cambio ocurrió porque el 2016 marcó el centenario del torneo, y tanto la asociación de fútbol estadounidense como la CONMEBOL, el organismo rector del fútbol sudamericano, vieron un potencial financiero en organizar el evento en Estados Unidos.
Así, el torneo incluyó a diez equipos sudamericanos y seis de la CONCACAF, la confederación de América del Norte, creando un evento sorprendentemente exitoso. Con 1.48 millones de boletos vendidos y generando 80 millones de dólares en ganancias, el torneo, destacado por la victoria de Chile sobre Argentina en la final, fue memorable.
Ocho años después, lo que se suponía que sería un evento único vuelve a ocurrir en Estados Unidos. Cuando América del Sur no pudo asegurar un anfitrión para el torneo de este año, la CONCACAF hizo una oferta a Estados Unidos, que aceptó.
Este acuerdo incluyó seis lugares para equipos de la CONCACAF y proporcionó a Estados Unidos la oportunidad de evaluar su preparación para la próxima Copa del Mundo. Económica y organizativamente, el evento se alinea bien con los intereses estadounidenses, lo que sugiere que este arreglo podría convertirse en una ocurrencia regular. Los importantes mercados televisivos en Estados Unidos y México justifican aún más esta colaboración.
La Copa América está programada para comenzar esta noche en 12 ciudades y 14 estadios en Estados Unidos, muchos de los cuales también albergarán partidos de la Copa del Mundo. Con estrellas como Lionel Messi, del Inter Miami, el torneo se transmitirá a nivel nacional.
Hay dos principales incertidumbres: el desempeño del equipo de Estados Unidos y el nivel de interés de los estadounidenses no latinos. Las preocupaciones sobre la Major League Soccer (MLS) continuando su temporada simultáneamente, como decidió el comisionado Don Garber, aumentan el escepticismo sobre el impacto general del torneo.
El desempeño del equipo de Estados Unidos es crucial, dado que tienen un lugar automático en la próxima Copa del Mundo. La Copa América será su competencia más significativa en la preparación. El entrenador principal Gregg Berhalter ha formado un equipo fuerte, con 23 de los 26 jugadores basados en Europa.
A pesar del optimismo, los resultados recientes han sido decepcionantes, como la derrota por 5-1 ante Colombia. Esto aumenta la presión para avanzar más allá de la fase de grupos, ya que el fracaso podría tener repercusiones significativas para Berhalter y los preparativos del equipo para la Copa del Mundo.
Ocho de los 14 estadios utilizados en la Copa América también serán sedes para la Copa del Mundo 2026, sirviendo como un ensayo crucial. Sin embargo, los precios de las entradas representan un desafío, con los altos costos potencialmente disuadiendo la asistencia. Por ejemplo, una entrada para el partido inaugural de Argentina contra Canadá cuesta 307 dólares, y el precio promedio de las entradas es de 283 dólares.
Esto contrasta con los torneos sudamericanos, donde la CONMEBOL gestiona todos los aspectos, incluidas las ventas de entradas. En Estados Unidos, las ventas de entradas son gestionadas por diferentes entidades, lo que lleva a precios dinámicos y más altos, ilustrando algunos inconvenientes de albergar grandes torneos en Estados Unidos.
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