Corea del Norte dominó la final de la Copa del Mundo Femenina Sub-20 en Bogotá, asegurando su tercer título con una victoria por 1-0 sobre Japón, gracias a la sensación de 17 años, Choe Il-son. Choe, que ya había sido una destacada durante todo el torneo, volvió a demostrar ser la jugadora clave, ofreciendo una actuación magistral que grabó el nombre de su equipo en los libros de historia. La intensidad inquebrantable de Corea y sus tácticas bien afinadas abrumaron rápidamente a Japón, mostrando la superioridad que habían exhibido a lo largo del torneo.
Durante semanas, se respiraba un aire de inevitabilidad en torno al triunfo de Corea del Norte. Mientras otros equipos luchaban por mantener su nivel, Corea del Norte solo se fortalecía. Eliminó a oponentes formidables uno por uno: Países Bajos, Brasil y Estados Unidos cayeron ante el asalto coreano. Su confianza y cohesión las llevaron a la final, donde se enfrentaron a Japón, campeón de 2018. Al derrotar a Japón, se unieron a un selecto grupo, convirtiéndose en la tercera nación, junto con Alemania y Estados Unidos, en ganar el torneo tres veces.
La final, celebrada en el Estadio El Campín de Bogotá, fue un testimonio de la dominación de Corea del Norte. Desde el principio, el equipo de Ri Song-ho presionó a Japón sin cesar, utilizando contraataques quirúrgicos y finalizaciones precisas para asfixiar a sus oponentes. Japón, normalmente tan sereno, tuvo dificultades para lidiar con la intensidad de las coreanas, incapaz de encontrar una manera de romper su defensa bien organizada o detener sus devastadores movimientos sin el balón.
Choe Il-son, quien ganó tanto la Bota de Oro de adidas como el Balón de Oro, fue el corazón de la victoria de Corea. En el minuto 15, realizó un impresionante esfuerzo individual, esquivando a varios defensores y disparando un tiro que se desvió hacia la red. Fue un gol que destacó su talento excepcional y la estableció firmemente como una de las estrellas del torneo. Su gol temprano marcó el tono, dejando a Japón luchando para encontrar alguna amenaza real contra la defensa organizada de las coreanas.
A pesar de un esfuerzo tardío de Shinomi Koyama, Japón no pudo romper las defensas de Corea. Cuando el árbitro pitó el final, el resultado parecía predestinado: Corea del Norte, la fuerza dominante a lo largo del torneo, fue coronada campeona una vez más. Su triunfo, una combinación de habilidad, trabajo duro y presión incesante, confirmó su lugar como uno de los grandes equipos en la historia de la Copa del Mundo Femenina Sub-20.
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